domingo, 24 de septiembre de 2017

“Inhabitable”: aumentan los suicidios en Gaza

Hanaa Hasan
September 23, 2017 at 11:01 PM
Una mujer llora durante el funeral de Nidal al-Jaafari, el policía fronterizo que murió durante el ataque terrorista llevado a cabo en la frontera de Rafah el pasado 17 de agosto ( Ali Jadallah - 
“Me pregunto, ¿qué sentido tiene todo esto? y después, me duermo”.
Es un extracto de un cuento corto de Mohanned Younis, de 22 años, un joven escritor y graduado en farmacia que se suicidó a finales del mes pasado inhalando gas tóxico. Tras intentar salir de la Franja de Gaza varias veces para seguir adelante con su carrera como escritor, acabó por sucumbir a la depresión y, al no encontrar ningún uso aparente para su vida, tomó la decisión de ponerle fin. 
El caso de Younis no es un incidente aislado. Los informes de suicidios en Gaza han aumentado y son comunes; aunque no hay estadísticas oficiales, los sanitarios de la Franja de Gaza afirman que saben de 200 o 300 suicidios en los últimos dos años. Otros datos consideran esa una cifra conservadora; la ONG We Are Not Numbers (WANN) habla de 80 suicidios al mes en enero y febrero, un aumento del 160% comparado con años anteriores. En algunos barrios, los suicidios se han convertido en un suceso semanal. 
Anas Jnena, redactor en WANN, señala cómo tales incidentes eran invisibles hace algunos años.
La principal causa de este aumento no es ningún misterio. Asediada por Israel desde 2007, Gaza es la sexta zona del mundo más densamente poblada. Los escasos recursos y la imposibilidad de escapar han minado la moral, y los ciudadanos se sienten atrapados. 
“Cuando era una adolescente, no oía hablar del suicidio, no sabía ni qué significaba, probablemente sólo lo había visto en libros. Era algo difícil de comprender hasta que se convirtió en algo regular y común en Gaza”. 
Mientras el asedio supera su décimo año, la Franja se ha declarado “inhabitable” por varias organizaciones de derechos humanos; tres años antes de lo que predijo la ONU. Hoy en día, la Franja se enfrenta a una crisis de energía, agua y sanidad. Sus ciudadanos sólo reciben un máximo de dos a cuatro horas de electricidad al día, haciendo que los sistemas de agua potable y alcantarillado no puedan funcionar. Se estima que un 40% de los medicamentos necesarios tampoco están disponibles o se agotarán en menos de un mes, y los pacientes que requieren tratamiento urgente tienen prohibido salir de la mayor cárcel al aire libre del mundo. 
A principios de este mes, el Comité Popular contra el Asedio en Gaza informó de que 8 de cada 10 ciudadanos de Gaza vive por debajo del umbral de pobreza. No hay señales de que el asedio vaya a terminar, y la economía no ha sido capaz de soportar el costo. El paro supera el 42%.


La desesperación se añade a la continua disputa entre Hamás, la autoridad de la Franja de Gaza, y Fatah, que dirige la Autoridad Palestina en Cisjordania. Aunque se ha intentado varias veces reconciliar a ambas partes, ambas se mantienen firmes en su postura, aunque, de momento, Fatah parece haber tenido éxito tras la disolución de Hamás del comité administrativo en la Franja. Mientras tanto, el pueblo de Gaza permanece atrapado en medio, luchando contra lo inevitable.
La juventud asediada 
Más de la mitad de los asediados en la Franja de Gaza son menores de 18 años. El aumento de la depresión se ha notado particularmente entre los jóvenes, que, tras haber recibido niveles altos de educación a pesar del bloqueo israelí, ahora se dan cuenta de que no pueden dar uso a sus habilidades y de que no pueden escapar. La Franja tiene la mayor tasa de desempleo juvenil en el mundo; el 58% de los menores de 30 no tienen trabajo fijo. 
“Muchos de los que han intentado suicidarse, en los casos que hemos conseguido entrevistar, tienen una extensa educación; son graduados universitarios sin ninguna esperanza de encontrar un trabajo”, cuenta Ahmed Abu Tawahina, director general del Centro de Promoción de la Salud Mental y Capacitación, que dirige varias clínicas en la Franja. 
“La vida en Gaza es muy difícil, así que intentan acabar con ella”. 
Más de la mitad de los palestinos de la Franja de Gaza que formaron parte de un estudio de WANN resultaron vulnerables a tener depresión clínica. La razón más citada por los jóvenes era la imposibilidad de salir de Gaza, seguida de los continuos cortes de energía, la falta de perspectivas de empleo y la amenaza de ataques israelíes. 


El estudio también señala la tristeza que sienten los jóvenes de Gaza cuando ven las vidas de otras personas fuera de la Franja; un encuestado afirmó sufrir dolores en el pecho cuando navegaba por las redes sociales, y comentó: “Todo en lo que podía pensar era en mi terrible situación, comparada con la forma de vida que tienen personas del resto del mundo.” 
El suicidio en los territorios palestinos se ha documentado de manera más general en años anteriores, y, aunque no todas las muertes han sido debidas a la situación socioeconómica impuesta por la ocupación israelí, siempre ha agravado los demás problemas presentes en la sociedad. Aunque algunos estudios demuestran que las mujeres que se suicidan suelen ser víctimas de abusos domésticos o están deprimidas por problemas familiares, la ocupación ha supuesto que rara vez tengan acceso a organizaciones u hospitales equipados donde puedan ayudarlas. 
De la misma manera, la presión que tienen los hombres de mantener financieramente a sus familias es algo que muchas veces les lleva a la miseria, ya que sus familiares y la sociedad les considera inútiles. Jnena, de WANN, secundó esto como una causa en Gaza, y también identificó la grieta generacional entre muchos hombres jóvenes y sus padres como una causa de conflicto. 
“Existe una gran diferencia entre cómo nuestros padres piensan y perciben las cosas y cómo lo hacemos nosotros… Siempre puede producir malentendidos”. 
Un grito de ayuda 
No sólo destaca el aumento de los suicidios en Gaza, sino también la manera en la que se producen estas muertes. Los suicidios públicos se han convertido en la norma, una tendencia que Jnena considera un grito de ayuda de aquellos que sufren de depresión. 
“Muchos de ellos [casos recientes] se han producido en sitios públicos, y es un grito de ‘estoy aquí, necesito tu atención’, a diferencia de lo que haría una persona enferma mental, por la noche y sin dejar que nadie le vea. Las personas intentan prenderse fuego en la calle, ¿por qué en la calle? ¿por qué prenderse fuego?” 
Sin embargo, la ayuda para las personas con depresión no es fácilmente accesible. A quienes atrapan al intentar suicidarse les llevan ante los tribunales. Un abogado de Gaza informó de haber visto casos en los tribunales casi a diario a finales del año pasado. Aun así, las convicciones no incluyen ningún tipo de terapia, lo que empuja a las víctimas a una mayor desesperación. 
Según Abu Tawahina, hay una gran carencia de profesionales con la experiencia de lidiar con problemas mentales en la Franja; del mismo modo, el Ministerio de Sanidad y la UNRWA no ofrecen servicios para evitar los suicidios. Existe también una falta de consistencia en la forma de tratar estos problemas. 
“El tratamiento se proporciona de manera episódica. Si las ONGS tuvieran proyectos de 10 meses o un año, lidiarían con el fenómeno. Pero, al final del proyecto, lo dejan, abandonan. Y este es otro factor de riesgo para la profundización de los problemas psicológicos”. 
Aunque existe un estigma social a la hora de buscar un tratamiento, Abu Tawahina enfatiza que la mayoría de los enfermos desean recibir ayuda. 
“Todos con los que hemos hablado de momento… realmente quieren que les ayuden para construir su propia resistencia interna, con la que pueden resistir mejor a su vida diaria. Hablando en general, y basándonos en nuestra experiencia clínica, sí tienen la voluntad de vivir.” 
Pero Gaza es un caso único, y Abu Tawahina hace hincapié en la necesidad de soluciones para abordar las circunstancias individuales de los habitantes de la Franja. 
“Cuando hablamos de Gaza, hablamos de una comunidad traumatizada; el enfoque utilizado debería hacer frente a las tremendas necesidades de servicios de salud mental, que no deberían centrarse sólo en el enfoque individual, como ocurre en la mayoría de los casos”, explica. 
“Algunos profesionales utilizan la técnica del ‘lugar seguro’, pero, por supuesto, no hay ningún lugar seguro en la Franja de Gaza. Cuando les pides a los pacientes que piensen en un lugar seguro en la Franja de Gaza, no se les ocurre ninguno… no se sienten seguro. Así que estas técnicas deberían estandarizarse de nuevo de forma que puedan servir en este caso.” 
La vida en Gaza llega a su punto de ruptura. Jnena habla del pesimismo de los jóvenes de Gaza, incluso aquellos cuya situación financiera supera la media o tienen trabajo. La pobreza que se extiende a su alrededor, la limitación de su futuro y la desesperación de estar atrapado ha engullido todo el optimismo y la determinación de los jóvenes. Los servicios de Abu Tawahina ayudan a los que sufren de problemas de salud mental, pero el asedio pone en riesgo a todos los servicios médicos. 
A no ser que se ponga pronto fin al asedio, Israel puede añadir la eliminación de la felicidad y el potencial de una generación entera de Gaza a su eterna lista de crímenes contra el pueblo palestino. 


El Ministerio de Sanidad de Gaza advierte del aumento de la tasa de mortalidad infantil
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Fuente:    Monitordeoriente.com

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